lunes, 28 de marzo de 2011

De espaldas

Esta allí es un silencio en el vacío, cuando comienza siendo un susurro para luego transformarse en gritos, casi desesperados. Y las voces se entrecruzan sin decir palabras y las escucho e intento saber de donde vienen y hacia donde van. Se que están a mis espaldas, y aunque giro en su búsqueda nunca encuentro a quien me habla. Y esa voz se oye triste pero no es lejana, se oye con dolor y no me es ajena, me reprocha mi cobardía, me insulta por lo bajo y me llora sin lagrimas en los ojos. Y yo me hundo en una fosa sin final, con paredes descascaradas y perfumes que se pierden, dando lugar a ese olor a humedad que desprenden las cosas viejas, y no quiero dejar de escuchar su voz, por que necesito de la calidez de sus palabras. Entonces dejo que mis manos arañen esas paredes, dejo que mis uñas sangren poesía, esa que tanto he negado y en la soledad tanto he extrañado. Como he quedado ciega, como no supe ver, si la luz del sol estaba en los postigones de mi ventana. Giro constantemente, quiero que mis ojos me devuelvan su figura, quiero estirar mi mano y encontrar la suya. M e rendí sin pelear y es esa la cruz que me acompaña, no le di tiempo al tiempo, resigne mi vida tras la seguridad de otras voces distintas que solo me hacen recordar la suya , con pensamientos abstractos que fortalecen su forma de mirar la vida. Y hoy me pregunto quien es el que esta encarcelado, cual ha de ser la pena por desconocer el amor. Iré perdiendo mi joven piel, y mi belleza será devorada por el tiempo, envejeceré sin haber caminado a su lado, y tendré hijos para la vida. Pero nunca, jamás, podré darle olvido por que siempre escuchare su voz aunque no lo vea. Por que esa voz esta a mis espaldas y su rostro aunque se desdibuje en las arenas de una playa, es el rostro de la vida que en silencio me acompaña.