miércoles, 14 de diciembre de 2011

Olvidarte

Tan fácil será olvidarte.
Será como seguir tus huellas en la arena, puede ser en cualquier tarde de otoño, cuando al querer seguir tu rastro este se desvanezca en el mar.
Y aun así, pudiera querer seguir tu perfume, en el ancho mar.
Y aun así, pudiera seguir una estela, que me lleve al tormentoso mundo del dolor.
Perderé tu rastro como un navegante sin su estrella polar.
Sera tan fácil olvidarte como arrancarme la piel a jirones, será tan fácil como perder los sentidos vagando en el oscuro sabor del vino.
Olvidarte en cualquier sendero, cuando ya el sol pueda segar mis ojos y en mis retinas solo quede una sombra de lo que fue tu amor.
Olvidar el aire que respiro, olvidar que existe el cielo celeste, olvidar el vuelo del pájaro, que temeroso se esconde cuando se apaga la luz del sol.
Podré olvidar tu sabor en los labios de la rutina, mientras el vacío me hiera por que se va tras de ti.
Olvidarte en un torbellino del frío viento que envuelve a mi ciudad, recorriendo calles y bares solo preguntando si te han visto pasar.
Olvidarte, ¿como podría olvidarte?, si estas en todas partes.
Junto a una ventana que ve a la plaza, en el sillón del living, en la ropa por planchar.
En esa cama vacía, donde nos prometimos no ser igual que los demás.
Ya ves, te estoy olvidando cuando en un diario viejo, veo que en el mundo nada ha cambiado, y en la pagina siguiente otro hombre muere de frío y en soledad.
Olvidarte mujer…olvidarte… ¿como podría olvidarte?

jueves, 1 de diciembre de 2011

Una vez más soplo el viento del océano cargando de vitalidad las velas desplegadas, y el vuelo gentil de los albatros acompaño la nave que definitivamente se alejo de las costas.
Entonces los caminos de la tierra ya no fueron caminos, fueron estelas blancas que marcaron un rumbo en las profundas aguas de lo incierto.
Del cielo celeste surgieron colores oscuros, y se apagaron las estrellas que semejaban a faros de viejas estancias, donde la vida se colgaba y se perdía a gironés.
Las huellas del hombre se perdieron en historias que ya nadie recuerda, como los perfumes que de su piel fresca y joven se hicieron tan volátiles como el aire diáfano que permite alejarlo en silencio. Y fueron aquellos vientos sureños empeñados en esconderlos en los montes donde ya nunca nadie podrá volver a sentir su fragante aroma.
El hombre errante caminante de un mundo que le sorprendió en su inocencia hoy lo ve alejarse, y no se trata de de un vencido no se trata de un caído.
Se trata del cansancio que le envuelve desde la incompresion
Por que no ha dejado legado, ni historias, ni poesías, su nombre no tiene nombre, siendo un hombre de las esquinas.
No pudo ser recuerdo, ni memoria, mucho menos leyenda o mito.
Ha sido vasos de alcohol debajo de los faroles, naipes en tugurios y sombra de los arrabales.
Tan solo un largo sobretodo en la fría madrugada, un sombrero negro y debajo una rauda mirada.
Manos limpias y rápidas para empuñar un arma, por defensa pura de alcahuetes y de canas.
Herencia de los desposeídos, fueron el frío, la deshonra y la galleta quemada.
Ausente de las esperanzas, cuando los sueños le fueron prohibidos, desposeído de los futuros, por no ser parte de las tranzas.
Humilde entre los humildes, sin documento, sin números, ni guitarras, sin espacios donde derramar sus lagrimas.
Un hombre libre, una sombra en las noches, un vendaval de imposibles, rumbo al oscuridad de la desmemoria urbana.