LOS MIL
DEMONIOS
Dante
llevaba una vida tormentosa como su homónimo, tanto es así que siempre me costó
sacarle una confesión respecto a su actitud frente a la vida. Sin embargo en
cierta ocasión gracias al bar del gallego y unas cuantas copas de más, me conto
esta historia personal. No sé si es verdad o si simplemente me la conto para
estirar la madrugada. Para que, con un vaso de vino en la mano y un amigo que
lo quisiera escuchar poder desprenderse de eso que tanto lo martirizaba. Denme
un minuto de sus vidas para que les
cuente lo que Dante aquella noche me conto, entra humo de cigarrillos y vinos
baratos en el invierno del 92.
Comenzó
diciendo así
“Me costó
abrir los ojos, y entonces me di cuenta que estaba en una silla. Y frente a mí,
algo así como un tribunal. Reconocí de inmediato a cuatro mujeres que rato
después oficiaron como Fiscales, lo peor es que me acusaban
de situaciones que creí haber olvidado. Antes de que pudiera tomar conciencia de lo que
ocurría, ya Marinéala tomaba la palabra y decía más o menos así.- El hombre que
acaso ven sentado allí fue mío durante un tiempo, en la torpeza de su juventud
no entendió que solo pretendía un poco de entretenimiento. Pero el con sus
palabras logro enamorarme, aunque finalmente debí elegir y opte por la
seguridad de un hombre mayor y de éxito, pues fue una buena decisión .Al
compararlo al soñador y utópico muchacho
la opción era solo una. Es culpable por intentar enamorarme y por su ingenuidad
frente a la vida. ¡Que se queme en el infierno una y mil veces! El rumor lleno
la sala y un golpe de martillo le dio la palabra a Ludmila._ Dos hijos varones
tengo con este hombre, sus palabras llegaron a mi corazón con la fuerza de una
flecha y luego se diluyeron como agua entre mis manos. Le dedique una vida, y
me rompió el corazón. Es culpable de dejar en mis manos su corazón. ¡Que se
queme en el infierno una y mil veces! Tomar conciencia de sus palabras me
partía el alma, juro que la ame pero…El silencio vuelve cuando toma la palabra
Lala ella dijo así_ Tanto hablo de mi que creí que sería el amor de su vida
pero la diferencia de edad y mi inexperiencia me llevaron a cometer un error, tuve hijos con otro y me
aleje sin mirar atrás. Es culpable por no luchar por mi amor. ¡Que se queme en
el infierno una y mil veces! Pero aun faltaban las palabras de Mirna
resplandeciente como siempre decía._ Este inepto, intento seducirme, con sus
palabras, gracias a Dios mi experiencia me llevo a negarme al encanto de sus
palabras. Me aleje comprendiendo que nada podía unirnos. Es culpable de sus
sueños utópicos. ¡Que se queme en el infierno una y mil veces! Yo ya tenía los
ojos bien abiertos, era consciente de todo lo que allí sucedía y las veía con
la misma pasión con que las vi a cada
una de ellas la primera vez. No era difícil imaginar el final, pues la condena,
se olía en ese lugar. Pero me negaba acerrar los ojos, pues sabía que si lo
hacia una y mil veces iba a repetir los errores de mi vida. Y eso, solo por que
las ame sin reparos ni tapujos. Al bajarse el martillo de quien hacía las veces
de juez comprendí que los mil demonios, se burlaban otra vez de mí.”
Dante
levanto su copa una vez más, su emoción le apretaba la garganta, sus ojos
llorosos mojaban su rostro como la carita del niño que no encuentra a su mama. Entonces dije, _ llora hermano, llora
tus penas de amor. Brindemos otra vez que yo puedo seguirte hundiéndome junto a ti, en tus penas y en el
alcohol. Para eso están los amigos, los bares, la soledad, el viento y la lluvia del sur.