miércoles, 7 de septiembre de 2011

El tratamiento

Hoy vinieron por mí. Cuando lo hacen, entran dos tipos grandes como casas, me impresionan más como obreros de la construcción, que como enfermeros, es inútil resistirse estoy a su merced.
Siempre su trato es amenazante y ríen como si estuvieran locos.
Entonces dicen que comenzaran un nuevo tratamiento, primero me inyectan algo para tranquilizarme para luego levantarme cuando están seguros de que no ofreceré resistencia.
Me suben a una camilla y entre dormido aprecio que voy recorriendo un pasillo largo que solo iluminan unas lamparillas amarillas, la humedad del techo deja desprender un moho negro como el destino que me espera.
Avanzamos por aquel pasillo y una habitación gris y fría, me recibe en silencio.
Una camilla metálica esta ubicada en el centro, allí depositan mi cuerpo desnudo bajo los efectos de algún alcaloide.
Equipos metálicos llenos de botones y luces me miran amenazantes, cables de colores saltan hacia el vacío y como culebras hambrientas intentan morder mi cuerpo.
Siento miedo
Un hombre bajito, pelado y con gafas de un gran aumento da ordenes mientras se coloca unos guantes de látex, me mira de costado y sonriendo me dice_ Tranquilo, todo va a estar bien.
Intento hablar, pero mi lengua me pesa y solo se oyen sonidos incongruentes de mi boca que solo quiere decir, déjenme en paz.
Finalmente me encuentro sujetado a la camilla de pies y manos en cruz, un enfermero me vuelve a inyectar mientra un tercero pela mis parietales con una navaja sin filo, sangro con dolor, mientras limpia esas heridas con agua oxigenada.
Luego, coloca unos electrodos a ambos lados de mi cabeza, termina por cerrar un cerco que la mantiene fija y firme y cierran mi boca con una bola que sujetan por detrás en mi nuca.
El hombre que parece ser el medico, me vuelve a hablar, _Esto te va a doler un poco pero es por tu bien, solo queremos ayudarte eliminando a esos fantasmas que habitan tu cabeza.
Lloro con desesperación implorando que me dejen en paz, no estoy loco, los locos son ustedes, pero por mas que lo intento, tan bien sujetado estoy que no puedo ni hablar ni moverme.
Mira a mis ojos con la misma indiferencia del que actúa con una rutina aburrida, realmente no creo que le importe mi salud, sonreí por cortesía y baja una palanca de uno de los equipos y un flujo de corriente eléctrica ingresa a mi cabeza con brutalidad desmedida.
Siento el olor a piel quemada que desprenden mis parietales, siento como ese relámpago de luz azulada invade mis neuronas que se agazapan intentando huir del embate. Es inútil su recorrido es imparable, todo se contrae dentro de mi cabeza, pequeños músculos, venas y arterias, la materia gris parece cocinarse y los dolores vuelven a recorre todo mi cuerpo.
Caigo en los brazos de los dioses que contienen por un instante mi dolor.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Así es, un buen día me encerraron, le pusieron límites a mi libertad entonces entre cuatro paredes, una puerta y una ventana, por donde apenas puedo ver la luz del día., pretendieron esconder mi vergüenza. ¿O es que acaso?, debo decir, su vergüenza.
Ahora me dicen que pretenden mantenerme a salvo, dicen que de mi mismo.
No entiendo.
¿Es que acaso, se puede dañar uno mismo queriendo ser distinto que los demás?
¿Acaso un solo ser en el universo, puede poner en peligro un sistema decadente?
¿A quien lastimo con mi pensamiento?, ¿Quién se siente amenazado por la idea de ser libre?
Pero solo me pudieron poner límites entre cuatro paredes, y estas no me detienen.
Cada tanto escapo, vuelo, conozco lugares donde nunca nadie antes había estado.
Pero no podían aceptar un miembro de la sociedad que fuera distinto.
Entonces buscaron una escusa para mi encierro, entonces dijeron que perdí la razón, por una mujer.
Y eso no es verdad. Aquí y ahora continuo huyendo. Aquí y ahora ella nunca me ha abandonado, ellos no lo saben, pero viene algunas noches a visitarme.
Algunas veces lo hace como un ángel, para amarme, otras lo hace como un demonio tan solo para burlarse.
Pero fue cuando me dijo que se iba que comenzó mi sufrimiento.
Tanto aprendí de ella, tanto me enseño, que fue de su magia que me enamore un día, fue de su boca, que aprendí a saborear un beso, fue de sus manos que me aferre como un niño, y de su voz las palabras que no me olvido.
Entonces un día dijo que se marchaba, que debía aprender a vivir sin ella, que me podía volver a enamorar y que merecía alguien mejor. Me dijo –Tienes que elaborar tu duelo, y sin mirar hacia atrás se marcho dejando en el aire un beso para esconder sus lagrimas, en el silencio. Y aun me duelen sus palabras en la despedida, pues es una mentira, y entonces me doy cuenta que no soy yo el loco, la loca es ella que huye del amor, equivocando el rumbo dejándose llevar por una boca que la engaña.
Pero entonces al irse no me dijo el ¿Cómo?... ¿Como haré para olvidarla?
Y fue así como perdí mi compostura y entonces llore como un niño solo en una tormenta. Tan furioso estaba que rompí todo lo que encontré a mi lado, entre esas cosas rompí su foto, y mal dije mi vida.
Y aquellos días que me parecieron los días mas felices de la vida…, mi vida, se transformaron en la pesada mochila que cargo como una vil condena. Por eso río y lloro, por eso canto, por eso brindo con mi copa vacía y bailo la música con la que nos enamoramos.
Por eso aun la busco, por que se que esta detrás de estas paredes y se que no me detendré hasta volver a hallarla.