
Con precisión japonesa el reloj marca las horas, el tiempo corre, el tiempo vuela, y los hombres son historias, cuentos o leyendas.
Y pocos son los que perduran en la memoria, por que implacable y tirano, el tiempo pasa matando sus propias horas.
Y ahora que eres legal, y yo, vuelvo a ser clandestino .Ahora que veo escrito otra vez en las paredes de cualquier ciudad de América, "La miseria es ilegal", ahora veo que como dice Galeano," las utopías se encuentran más halla del horizonte y cada paso que damos en su búsqueda nos sirve para caminar hacia el futuro".
El sol abraza sin pudor el cadáver de aquel niño y los pájaros carroñeros de la montaña se preparan para comer. Son las tres de la tarde en el desierto de Sudan, en Paris se prenden las luces de
Un tanque israelí, avanza sobre un campo de refugiados palestinos en la franja de Gaza, una niña de apenas cuatro años cae delante de los blindados. Las orugas de la bestia solo muestran una mano que con horror aprieta, una muñeca de trapo.
En la franja son las seis
En Tailandia varios hombres abuzan de una niña, esta llora y suplica, pero no habla ingles, son hombres de negocios en un viaje de placer.
En Roma el Papa bendice a sus fieles en
Es la hora veintidós en la pomposa Italia
En la favela contra una pared del cerro un niño es fusilado, por un escuadrón de la muerte, su delito es estar drogado, por los vapores del tolueno de un pegamento barato, y son los mismos mercaderes de la muerte, que ven al viejo reloj de la plaza de Río marcar las siete de la tarde.
Las bombas caen sobre Kabul y la milenaria Bagdad, nadie lo ve, pero debajo de los escombros yacen abrazados los hermanitos Mohamed.
En Londres es la hora del té.
En Kosovo una madre huye de un tiroteo, en sus brazos lleva a la pequeña Beatriz, pisa una mina antipersonal, y desaparecen en el aire frió de la vieja ciudad.
En Berlín otro tren llega a horario.
En Canelones la policía uruguaya mata por la espalda a dos menores, huían con su botín; una gallina.
En Moscu, el Bolshoi vuelve a bailar “La muerte del cisne” la noche cubre la ciudad.
Y en el televisor,
Mientras tanto yo miro mi reloj, se detuvo justo a las tres, bajo corriendo del auto para poder pagar, en el banco la televisión por cable.
Porque el domingo juega la selección y todos sabemos que, dios es argentino.
Ahora, te recuerdo Lucia, por que este domingo, será él, el que te lleve de la mano, mientras yo acomodo tus cuadros.
Y en Retiro, el reloj de los ingleses dirá que son las cuatro, y veinte, día sin sol, y sin ti.
Que fuerte. Pero qué bueno saber que todavía hay (o habemos) gente que todavía se pone a pensar que existen otras realidades, paralelas a la suya, que no deberían existir.
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