Los ojos claros
Se obstinan en mírame a los ojos, y aunque intento desviar
mi mirada siempre están allí.
Me molesta por qué no entiendo que quieren decirme, cierro
los ojos con fuerza y esos otros ojos parecen traspasar mis parpados. Siguen
allí, ya no se qué hacer, pues esos ojos y ese rostro me son conocidos.
Me turba esa
expresión y quiero leer en ellos un mensaje que aclare mi pensamiento, y me
temo que no han de darme respuesta.
Y de mis labios las preguntas no se dejan oír.
Quiero entender y busco en esa mirada una sombra de odio. Pero no la hay. Quiero
encontrar en ellos el rencor, pero tampoco logro verlo.
Tal vez sea esa indiferencia la que me castigue, pero
entonces ¿por qué mirarme?
Ya no puedo mirar de frente a nada ni nadie, comienzo a
temerle al camino si esa mirada me sigue Y más si esos
profundos ojos azules quieren caminar en
mi propio sendero. Persiguiéndome hasta lo desconocido del universo, hundiéndose
en las profundidades de un mar tormentoso como la propia vida que me castiga.
¿Cómo hacer para evitar una presencia que me lastima y sin
embargo quiero volver a ver?
¿Por qué se que existe la magia? ¿Sera por esos mismos ojos?
¿Y porqué está en el brillo de esos ojos que si se humedecen por el llanto?, ¿por qué me duelen sin pudor?, si brillan
acompañando una sonrisa limpia y franca que hace brincar mi corazón.
Sé que son la luz de un alma en pena, y sin darme cuenta veo
en sus ojos los míos y entonces percibo su dolor.
Actúan como si me conocieran, saben más de mí que yo. Son
como un reflejo de un espejo que el tiempo y el hastío en mil pedazos destrozan. Y con su filo ingenuo y filoso me hieren el
alma hasta sangrar las palabras que no se atreven a pedir perdón.
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