Lleva cadencia en sus caderas irreverentes, osadía al caminar, su cabellera oscura, juega con el viento, es sexy y armoniosa.
Espera desafiante, taconeando Buenos Aires, mirando al puerto, esperando sin esperar
El se recuesta bajo un farol, fortaleza de su cerro que no se cansa de mirar al mar, toca los cielos sureños, acompaña la cruz del sur.
El es engreído, compadrito y guapo, camina y enciende un cigarro, casi con desprecio acaricia el ala de su sombrero saludando a su ciudad.
Montevideo,
melancólica,…
tanguera,…
murguera…
rocanrolera…
y tradicional.
La sueña,
la anhela,
la extraña
y le teme.
Ella siempre realista,
El irredento anarquista,
Ella dispuesta a negociar,
El es viento y voces cimarrones.,
que claman libertad.
Ella es frágil como el cristal, el tiene manos rudas de obrero.
Ella es delicada como la porcelana, el teme tomarla y romper su elegante estructura refinada.
Por que ella es la incógnita de la mujer, sencilla y arrogante, humilde y valiente.
Bella en su belleza de una tierra que se deja bañar, por es luna que pasea por la avenida, rodando cuesta abajo sin mirar atrás,
Ella en los barrios marginales desafía a la gran ciudad.
El se oculta clandestino, buscando cruzar el mar.
El sabe que volverá,
Ella lo espera sin llorar.
Ella es Buenos Aires llena de glamour de perfumes y modas que no pasaran.
El es Montevideo,
caballero rebelde con sueños sin realizar,
Son novios, son amantes,
Son un mar de soledades a orillas de este río que no necesita puentes para amar.
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