domingo, 3 de septiembre de 2017



 Los días se sucedieron, y Claribel no pasaba por la habitación de la abuela, ese caserón sin las risas y gritos de la nieta se convertía de pronto en un oscuro pozo sin sentido, para los habitantes de aquella casa.
La mama de Claribel, parecía molesta o preocupada guardaba silencio, como todos en la casa, la mucama solo entraba a su habitación  para poder poner orden solo cuando la anciana no estaba. En el salón no sonaba el piano, que la nieta solía tocar, o esa música estridente que bailaba sin parar cuando sus equipos de música sonaban  llenando de vida la casa y provocando risas o gritos de censura dependiendo del humor maternal.
La preocupación de la anciana la sostenía alerta, continuamente se asomaba a la puerta de entrada esperando ver llegar a su nieta.
Cada vez que preguntaba a su hija por Claribel, esta evitaba dar certezas, solo decía que estaba de viaje, o de vacaciones. Solo fueron unos pocos días de ausencia, pero a la anciana no la podían engañar, ella presentía problemas y estos aumentaban un sufrimiento en el alma. Tal vez fue al tercer día, que el golpecito suave en su puerta la hizo casi saltar de la cama, ese golpecito no podía ser otro mas  que le dé su nieta.
 Abrió presurosa la puerta y su ojos se llenaron de lagrimas, allí estaba ella Claribel, sonriendo y tan emocionada como su abuela la abrazaba  y besaba en un feliz reencuentro.
La anciana no disimulaba su llanto, y repetía mi pequeña_ ¿dónde has estado?
Claribel dijo _Abuela tanto, tanto te he necesitado estos días, pero solo tu recuerdo me mantuvo fuerte y firme.
Pero cuéntame ¿qué te paso?

No hay comentarios:

Publicar un comentario