Vivía en la oscuridad, algunas veces destellos de luz lejanos le daban color a su vida.
Desconocía su rostro, como el color de sus ojos, desconocía su ser que en las tinieblas no importaba a nadie.
Solo la sensibilidad de sus dedos le daba una idea aproximada del mundo que le rodeaba.
Hasta que un día percibió una luz a lo lejos y con dificultad camino hacia ella. Solo un pasa manos de un metal frío, era la guía que lo llevaba hasta aquella luz, su paso era lento pero seguro. Su ansiedad aumentaba mientras aquella luz agrandaba su curiosidad. Tiempo después estuvo frente a una puerta entreabierta y el fuerte color blanquecino casi dañaba a aquellos ojos que acostumbrados a la oscuridad comenzaban a percibir de otra manera.
Con los ojos apenas entreabiertos divisaba una escalera que se dirigía hacia arriba sin ningún sentido, sin ningún cartel que indicara que había allí.
El hombre buscaba respuestas ante lo desconocido y fue por eso que un fuerte impulso lo hizo correr hacia arriba.
El corazón se agrandaba con cada latido, la respiración se dificultaba y los ojos ya acostumbrados a la luz querían saber que encontraría al final de aquella escalera.
Una amplia salida lo enfrentaba con un desconocido mundo, que sin embargo le resultaba familiar.
Miles y miles de personas se abrían paso por una tierra que se encaprichaba en someterlos.
De a poco intentaba encontrarle un sentido a todas las imágenes que sus ojos percibían,
Y eso solo, eran corridas, golpes, robos, estallidos, dolor, mucho dolor en aquellos hombres. Cada noche se disfrazaban de civilizados en sus hogares, y junto a sus familias se lamentaban de los horrores que la televisión en sus noticieros les brindaban. Pero aun así, solo esperaban con ansiedad el día siguiente para salir a las calles dispuestos a matar o morir.
Algo distinto lo detuvo por un instante, una joven sentada, con su mirada perdida dejaba que el viento acariciara su cabello.
Al acercarse se dio cuenta que no tenia la mirada perdida, su mirada estaba concentrada en el horizonte lejano.
Al principio solo se quedo mirándola, no se atrevía a hablarle, pero la paz que emitía su actitud parecía despertarlo lentamente.
Era el tiempo de reconocerse y reconocer a aquella joven.
Solo cuando estuvo seguro de quien era se atrevió a preguntar.
_ ¿Quisieras acompañarme?, quiero llevarte lejos de los mercaderes de la miseria, de los reyes del odio y la muerte, lejos de los señores de la guerra.
_ ¿Me acompañas?
Ella guardo silencio y fue entonces que por un instante desvío su mirada y la dirigió a al desconocido.
Entonces dijo _ Si te acompañara a ese lugar me vería privada de emociones, desconocería la ira y por ende la rebeldía.
Si es verdad ellos me hacen mal, pero sin ellos mi vida no tendría sentido.
Tu debes seguir tu camino, por eso te he despertado, se quien eres y se cual es tu camino, no te detengas por que al final de él me volverás a encontrar.
Entonces comprendió, que no necesita documentos, ni números que lo identifiquen. Es el, viejo anarquista, el mismo que siglo tras siglo se repite en los hombres que la buscan.
Ahora sabe que este parado frente a ella, se da cuenta, esa joven es La Libertad.
El tiene los años viejos y los sueños jóvenes lleva en sus entrañas la sangre rebelde de generaciones, y en su mochila tiene las voces de la ilusión, lo empuja la esperanza, y no lo atan cadenas, es libre pájaro libertario-
Emprende su camino ya con los ojos bien abiertos, no le teme a los desafíos sabe que al final los hombres comprenderán, sabe que al final la encontrara, sea en esta vida o en la próxima.
Por que ella es motivo de su constante caminar.
Se asegura así mismo.
_ Libertad, voy nuevamente a tu encuentro_
Desconocía su rostro, como el color de sus ojos, desconocía su ser que en las tinieblas no importaba a nadie.
Solo la sensibilidad de sus dedos le daba una idea aproximada del mundo que le rodeaba.
Hasta que un día percibió una luz a lo lejos y con dificultad camino hacia ella. Solo un pasa manos de un metal frío, era la guía que lo llevaba hasta aquella luz, su paso era lento pero seguro. Su ansiedad aumentaba mientras aquella luz agrandaba su curiosidad. Tiempo después estuvo frente a una puerta entreabierta y el fuerte color blanquecino casi dañaba a aquellos ojos que acostumbrados a la oscuridad comenzaban a percibir de otra manera.
Con los ojos apenas entreabiertos divisaba una escalera que se dirigía hacia arriba sin ningún sentido, sin ningún cartel que indicara que había allí.
El hombre buscaba respuestas ante lo desconocido y fue por eso que un fuerte impulso lo hizo correr hacia arriba.
El corazón se agrandaba con cada latido, la respiración se dificultaba y los ojos ya acostumbrados a la luz querían saber que encontraría al final de aquella escalera.
Una amplia salida lo enfrentaba con un desconocido mundo, que sin embargo le resultaba familiar.
Miles y miles de personas se abrían paso por una tierra que se encaprichaba en someterlos.
De a poco intentaba encontrarle un sentido a todas las imágenes que sus ojos percibían,
Y eso solo, eran corridas, golpes, robos, estallidos, dolor, mucho dolor en aquellos hombres. Cada noche se disfrazaban de civilizados en sus hogares, y junto a sus familias se lamentaban de los horrores que la televisión en sus noticieros les brindaban. Pero aun así, solo esperaban con ansiedad el día siguiente para salir a las calles dispuestos a matar o morir.
Algo distinto lo detuvo por un instante, una joven sentada, con su mirada perdida dejaba que el viento acariciara su cabello.
Al acercarse se dio cuenta que no tenia la mirada perdida, su mirada estaba concentrada en el horizonte lejano.
Al principio solo se quedo mirándola, no se atrevía a hablarle, pero la paz que emitía su actitud parecía despertarlo lentamente.
Era el tiempo de reconocerse y reconocer a aquella joven.
Solo cuando estuvo seguro de quien era se atrevió a preguntar.
_ ¿Quisieras acompañarme?, quiero llevarte lejos de los mercaderes de la miseria, de los reyes del odio y la muerte, lejos de los señores de la guerra.
_ ¿Me acompañas?
Ella guardo silencio y fue entonces que por un instante desvío su mirada y la dirigió a al desconocido.
Entonces dijo _ Si te acompañara a ese lugar me vería privada de emociones, desconocería la ira y por ende la rebeldía.
Si es verdad ellos me hacen mal, pero sin ellos mi vida no tendría sentido.
Tu debes seguir tu camino, por eso te he despertado, se quien eres y se cual es tu camino, no te detengas por que al final de él me volverás a encontrar.
Entonces comprendió, que no necesita documentos, ni números que lo identifiquen. Es el, viejo anarquista, el mismo que siglo tras siglo se repite en los hombres que la buscan.
Ahora sabe que este parado frente a ella, se da cuenta, esa joven es La Libertad.
El tiene los años viejos y los sueños jóvenes lleva en sus entrañas la sangre rebelde de generaciones, y en su mochila tiene las voces de la ilusión, lo empuja la esperanza, y no lo atan cadenas, es libre pájaro libertario-
Emprende su camino ya con los ojos bien abiertos, no le teme a los desafíos sabe que al final los hombres comprenderán, sabe que al final la encontrara, sea en esta vida o en la próxima.
Por que ella es motivo de su constante caminar.
Se asegura así mismo.
_ Libertad, voy nuevamente a tu encuentro_
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