Enciende un cigarrillo, mientras bebe un café, cierra los ojos y recuerda por un instante un encuentro con el Peregrino.
Este en cierta ocasión le decía.
"_Amigo, la vida es corta, pero solo los caminantes saben mirar para atrás y reconocer el camino andado, pero tienen la convicción de que todavía hay mucho camino por delante para recorrer.
Son los que saben que las utopías están cerca del horizonte y caminan hacia el futuro con la seguridad del que siempre llegara."
Luego hace una pausa, le mira, escruta con su mirada, vuelve a beber satisfecho de haber ofrecido a su amigo una respuesta a la incógnita eterna del pensador que requiere una respuesta para vivir. El escritor recuerda con placer aquellas palabras que le dejo su amigo en aquella ocasión, recuerda el buen vino que bebieron y se detiene en su mirada, comprende que ese lenguaje muchas veces dice mas cosas que mil palabras.
Entonces siente que el lenguaje de las miradas es tan fuerte como aquellas mil palabras que jamás se dicen, o que nunca se encuentran.
Ve con claridad, la mirada del asesino, que tiene ceguera en su mirada, ve la mirada de la víctima pidiendo clemencia antes de caer.
Ve la mirada del niño, que refleja la dulzura en los brazos de su mama.
Miradas...... millones de miradas, las del arrogante, las del envidioso, las amigas, y las fulminantes de los enemigos.
La mirada del perdón, la que baja un poquito para pedirlo, la mirada del adiós y la mirada del reencuentro.
La mirada de la envidia, la del cómplice amigo que nos ayuda.
La del destierro, la mirada de las cosas perdidas.
Pero están las de la esperanza, las miradas felices.
La mirada de la novia, la de la madre que espera, y la del padre que nos enseña.
Y son tantas y tantas como los reflejos de la luna.
Entonces el escritor en este momento recuerda dos de las más importantes miradas.
Recuerda un Cristo crucificado, mirando al cielo, preguntando. ¿Padre por que me has abandonado?
Y también recuerda otra mirada, esta sagaz e inteligente, de uno de los hombres mas brillantes del mundo.
Dicen, que Pablo Picasso, frente a un oficial nazi, que pretendía llevarse su pintura, elogiando con ánimo de quien sabe de arte, observaba con atención la referida a Guernica, le decía algo así.
_Debo felicitarlo, lo que usted a hecho es fantástico captar las expresiones en estos hombres y reflejarlas con el pincel en una tela, son una obra maestra.
Agrego el oficial, con una pregunta._ ¿Como lo hizo?
Simple, sencillo, directo e inteligente, mirando a los ojos, el gran Pablo contesto.
_Yo no lo hice, lo hicieron ustedes.

WALTER
(facundotabare)
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