jueves, 4 de agosto de 2011

Por que no ha dejado legado, ni historias, ni poesías, su nombre no tiene nombre, siendo un hombre de las esquinas.
No pudo ser recuerdo, ni memoria, mucho menos leyenda o mito.
Ha sido vasos de alcohol debajo de los faroles, naipes en tugurios y sombra de los arrabales.
Tan solo un largo sobretodo en la fría madrugada, un sombrero negro y debajo una rauda mirada.
Manos limpias y rápidas para empuñar un arma, por defensa pura de alcahuetes y de canas.
Herencia de los desposeídos, fueron el frío, la deshonra y la galleta quemada.
Ausente de las esperanzas, cuando los sueños le fueron prohibidos, desposeído de los futuros, por no ser parte de las tranzas.
Humilde entre los humildes, sin documento, sin números, ni guitarras, sin espacios donde derramar sus lagrimas.
Un hombre libre, una sombra en las noches, un vendaval de imposibles, rumbo al oscuridad de la desmemoria urbana.

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